El arte del intérprete es un oficio y nuestro cuerpo es la materia y el espíritu de la acción y el cambio permanente. La actividad es creativa y como tal nos pone en contacto con desafíos, a los que llamaremos "lo nuevo". Lo nuevo se hace presente en una idea (propia o de otros), en una coreografía, en una canción, en un texto dramático o en un grupo de intérpretes a los que llegamos por primera vez.
¿Estamos preparados para lo nuevo?
A lo largo de nuestras experiencias como intérpretes vamos adquiriendo habilidades y resistencias físicas positivas y negativas. Decimos que son negativas aquellas habilidades y resistencias que nos permiten tomar lo nuevo y reproducirlo pero sin que algo nuestro participe en esa mutación, convirtiéndonos en meros repetidores de las técnicas estudiadas, sin cuestionarlas ni cuestionarnos, dejando pasar la oportunidad de crear en esa experiencia.
Llamamos positivas a aquellas habilidades y resistencias que nos permiten manifestarnos plenamente en la novedad y esta disponibilidad nos permite adquirir nuevas técnicas y resistencias que serán originalmente nuestras, estaremos creando y re-creandonos, entonces nuestro oficio se convierte en un arte.
¿Cómo nos entrenamos para esto?
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